PINTURA

Algo nos dice la obra y algo expresa la artista Oyuki Magenta a través de su obra. Y ese “algo” que nos conmueve, lo hace porque toca a nuestro ser humano; que se manifiesta como algo que se resiste a la racionalización o a la explicación, pero irrumpe en el terreno de la emoción.

Lo que así, de este modo, logra mover, conmover, tocar el arte, pertenece a una parte del ser humano que no es, en la actualidad, en la modernidad —ni en nuestro país ni en el planeta— algo que promueva o defienda la época moderna ni posmoderna. La modernidad se ha caracterizado y definido por su “racionalidad” y la cultura de la racionalidad se ha volcado en contra de lo que considera su opuesto: la irracionalidad. Todo lo que no se regula y somete a dicha racionalidad (las emociones, la creatividad, las intuiciones, la sensibilidad, etc.), sale del camino de la normalidad, del pragmatismo, de la eficiencia, del rendimiento, del utilitarismo.

Sin embargo, lo que procede de tal proscripción, prohibición, es decir, subjetividad, irrumpe en el mundo, dando lugar a expresiones artísticas; no sólo eso: al tocar a otros seres, al ser de las personas que se encuentran con el arte y se conmueven, activa esa parte humana que reúne y recrea lo mejor de cada quién. Por esto, lo maravilloso del arte, de la obra artística, es que crea mundo, activa, conmueve, amplía horizontes, crea cultura.

Psicoanalista Lilia Zamudio Zavala